Delgado, blanco impecable, tubular, frágil, donde siempre te encuentro y permaneces desde que me voy hasta que vuelvo. Ahí, donde están tus lagrimas y la miel de tus besos. El que acaricio para que me escuches y el que tantas veces mi pasión desesperada quiso hacer suyo, olvidándose que era tuyo. Donde entierro mi deseo. Ese es tu cuerpo.
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