jueves, 10 de octubre de 2013

tres

El día usado relucia nuevo. El camino arido era fertil. Las mismas caras de siempre eran otras. El viento agitaba la mora donde imagine hablarte. Habia tiempo para las palabras. Tus latidos parecian nombrarme, traté de alcanzarlos, estire los brazos, me incline hacia adelante, abrí las manos y en mi alma invisible nacio un grito que nunca salio de mis labios. La tristesa de mis lágrimas saciarian tú sed. Amanecia, y estabas ahí. El fondo fue tú mirada donde la sombra de mi desesperación te llamaba en silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario