Las palabras se fueron de donde me habitaban. Sobreviven solas donde nacieron. Se resistieron a ser adueñadas por mi conciencia. Ignoraron mi soberbia y mi codicia. Pretendí atarlas con grilletes a mi individualismo infame para someterlas. Me convirtieron en su esclavo. Desterraron mi alma. Ahora habitan cada célula de mi cuerpo. Soy su sonido y su dibujo. No quieren estar en mi, no me pertenecen, no soy su dueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario